Postear o no postear la foto, es la cuestión

Gracias a las redes, se ha formado una nueva casta de la que muchos tratan de ser parte: los influenciadores. Cuando son personas comunes, que no necesariamente tienen un área de experticia, una de las estrategias más utilizadas que he podido observar es que compran y opinan al respecto. Compran de todo, compran todos los días, compran a todas horas. Y se toman selfies comprando, y selfies con lo que piensan comprar y selfies con lo que efectivamente compraron. Selfiescuando se van, selfies cuando llegan. Y bueno, con Snapchat se hacen videos también. Es un exhibicionismo pornográfico de sí mismos y de lo que compran.

La obsesión por las compras y los autorretratos me desconciertan. No soy dada a compartir fotos personales, o por lo menos fotos donde yo aparezca. En mis redes encontrarás más bien artículos, videos musicales y memes, los que, a mi entender, retratan de manera más fidedigna quién soy yo.

Hace unos días cayó en mis manos el libro Selfish de Kim Kardashian West. No soy su seguidora y hago todo lo posible por evitar ver noticias relacionadas con su familia, pero es imposible negar su influencia en la cultura popular. Lo que sí me llama la atención, además de las toneladas de maquillaje que usa, es la exagerada cantidad de selfies que sube a diario en sus perfiles de redes sociales. No puedo evitar pensar en la frase atribuida a Andy Warhol: “en el futuro, todos serán famosos durante 15 minutos”. Me pregunto cuándo se acabarán…

Este artículo fue originalmente publicado en Roastbrief.

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